lunes, 30 de junio de 2008

SABLE LÁSER





REALLITY JUICIO por Obiwan Kenobi




Me parece que los estudiantes psicología y los médicos residentes en psiquiatría se han perdido la oportunidad de poder ver por la televisión nacional y en vivo y en directo el compendio completo de las enfermedades mentales y las parafilias coyunturales del reallity juicio de un sancochado afro-latino, caribeño-japonés.

Y es que solo así, por ejemplo, uno se puede explicar (sin darle un puntapié al televisor) la sonrisa entre cínica y maricona que se pegaron el Doc con el ponja en la sede de la DINOES, ni bien se vieron -aunque chatean- después de tantos años.

Uno sabe que todo esto es un espectáculo distractivo que nos obliga a mañana a comprar "El Peruano" (para ver que normas legales nos metieron de contrabando) o a escarbar entre las noticias internacionales para saber de verdad (y sin el maquillaje de los broadcaster nativos) qué está pasando en el páis con los mineros que arrancaron (para variar) con una nueva huelga. Y es por eso que este alarde de sinvergüencería como consecuencia del desquiciamiento final de los mafiosos que se levantaron el Perú en la década de los noventa nos obliga a todos a marcar distancia de las patéticas y ridículas escenas de un Montesinos desatado, cantisflesco que se presentó ante el tribunal para hacer teatro frente a la cámaras y demostrarnos que el -siendo un torpe bastante elemental que se alucina muy inteligente- podía tumbar como palitroques (según el Dr Peter Garca) a un Tribunal, que bien podrían contraponer, en la misma balanza de inutilidad, su lerda y oligofrénica actitud a la esquizofrenia paranoica del Doctor Vladimiro y la psicopatía extrema evidente de delincuente nato del japonés/peruano (nunca peruano/japonés según el Dr Peter Garca) y de la manga de neuróticos, psicóticos, sociópatas, bipolares y obsesos compulsivos que componen el personal de servicio que acompaña tras las lunas a la familia del caco nipón: verdadera manifestación de la sádica yakuza de lo que nos ha legado (con el beneplácito de un pueblo peruano sumamente masoquista) el imperio del sol naciente en donde empezó la génesis de esta plaga bíblica.

Mas allá del delirante cuadro abogadil -que defiende con un bien pagado orgullo a los genocidas y a los delincuentes- que bien podríamos instalar en un cuarto acolchado sujetos con camisas de fuerza hechas de ética y moralidad.

Bien se preguntaba por la mañana, en entrevista radial con César Hildebrandt, el periodista Gustavo Gorriti, sobre el financiamiento millonario que sostiene y produce el reallity show y si no sería necesaria una investigación que desnudara los rostros de quienes están detrás de todo este unido manicomio de corruptos.

Al mediodía y luego de haber dado lata como ninguno e insinuando que su baja por traición a la patria era una simulación para poder realizar su trabajo en la comunidad de inteligencia (osea que el chistoso es general encubierto) y que no podía revelar nada porque los documentos que contenían la verdad ( como los de la película "JFK" sobre la muerte de Kennedy ) se desclasificaban en treinta años.

A estas alturas y después de que evitaron que George Bush I (el papá de Bush) y el viejo Kissinger balcanizaran el Perú para repartirlo entre Chile, Bolivia y Ecuador y nos salvaron de la desintegración total (eso dijo Vladimiro, chifladísimo como está) les vamos a tener que levantar un monumento a estos señores como héroes de la patria y al lado de Grau, Bolognesi y si las cosas siguen así, también uno a Burga y al Chemo, y a Laura Bosso y al Capitán Cuy, porque franco, franco, este Marat- Sade que nos tenemos que soplar, está como para que se muerán de envidia los mas afiebrados guionistas del cine de terror del Hollywood que mas vende pop corn.

Por eso les decía, que es mejor que tomemos una distancia pensante y consciente de estas situaciones porque no nos hace bien el comprobar que el Perú es -por decisión propia- el paraíso de los canallas impunes y que aceptar a toda esta gente interiormente es un trabajo agobiante que nos puede llevar toda la vida.


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