martes, 10 de junio de 2008

SEÑOR DE LA GUERRA





El festín deshumanizante del siglo XXI por Guillermo Giacosa (*)
El último fin de semana, el barril de petróleo llegó a los 139 dólares, la moneda estadounidense se volvió a depreciar ante el euro y la desocupación en los EE.UU. tocó su punto más alto de los últimos cuatro años, con un 5.5% de la población activa en esa situación. La General Motors anunció el cierre de tres plantas y el despido de 19,000 trabajadores, y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ha señalado que las pérdidas de las entidades vinculadas, directa o indirectamente, con la crisis provocada por el colapso del sector hipotecario han llegado a los 380,000 millones de dólares y que ha habido un debilitamiento general en la economía de los siete países más ricos del mundo (G7). Irak y Afganistán continúan, más allá de la propaganda de la administración Bush, sumergidos en un pantano de incierto futuro. Por su parte, la Conferencia de la FAO (alimentación y agricultura) en Roma no ha hecho ninguna propuesta novedosa para aliviar el problema del hambre sino que, más bien, ha insistido en las recetas tradicionales que están emparentadas con las hambrunas que sufren varios países del llamado Tercer Mundo. Y mientras el desorden y despilfarro al que invita la sociedad de consumo continúa sin el menor respeto por el planeta, el Senado de EE.UU. rechazó una revolucionaria ley para reducir, de aquí al 2050, en 66% las emisiones de CO2.
En medio de ese desmadre, Dick Cheney -promotor de delirios bélicos y del sueño (para él; pesadilla para nosotros) del siglo americano (referido a EE.UU., por supuesto)- insiste en el intento de promocionar, antes de dejar el poder, una guerra contra Irán que trabe las políticas del próximo presidente. En ese sentido, Bush, acompañado por Olmert, el desprestigiado primer ministro israelí, puso en el centro de los peligros mundiales a Irán. Así como antes Irak tenía armas de destrucción masiva, que se volvieron invisibles con la invasión, y vínculos con Al Qaeda que nunca fueron tales, ahora se culpa a Irán de pretender fabricar bombas atómicas, ser responsable de la muerte de los soldados estadounidenses en Irak y, seguramente, a través de la magia negra, de inducir a un número cada vez mayor de ex combatientes gringos a suicidarse. De ahora en más, todo lo malo que ocurra en la región será responsabilidad iraní. La situación palestina, madre de todos los conflictos regionales, no tiene nada que ver, y Bush, sus secuaces y la prensa la ignorarán o la tratarán sin objetividad, como lo han hecho hasta el presente.
Obama, como para desnudar por dónde pasa la política exterior de su país, no bien fue nominado como candidato demócrata acudió al Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC) para confirmar que él también piensa que Irán es un problema. El problema, en realidad, es que, si no lo pensara, tendría serias dificultades para ganar las elecciones. Vale la pena recalcar que el 77% de la colectividad judía de los EE.UU. está contra la guerra, no así el lobby que representa sectores económicamente poderosos y políticamente recalcitrantes.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21. MAGNÍFICO ARTÍCULO.

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