miércoles, 18 de junio de 2008

SOLEDAD DE TI, SOLEDAD DE MI...





La profunda soledad
por Fernando Maestre (*)
Es un tema polémico y ambivalente. Nadie quiere pasar mucho tiempo por ella. La soledad en las épocas actuales -donde la sociedad de consumo exige al individuo actuar siempre en un escenario de movimiento, de velocidad, de intercambio y de consumo- prácticamente ha dejado de existir.
Ahora todo aquel que no tiene ganas de salir a la calle, que prefiere no tener pareja o no quiere tener relaciones sexuales por un tiempo, es un 'cadáver' pues el consumismo se ha impuesto de tal manera que se dice que aquel que no consume sexo podría sufrir un 'estallido cerebral'.
Es cierto que las consecuencias de vivir una vida tan superficial y vana, como la que muchos jóvenes y adultos viven, no dejan espacio para considerar que estar un momento solo, además de ser bueno, es la condición que hace que el mundo dé vueltas. Por ello, al escribir esta nota, no solo quiero hacer una descripción crítica de lo que pasa en nuestra sociedad, sino también intentar animar al lector para que tenga un momento de profunda soledad, de transitar por espacios donde nadie perturbe su pensamiento o donde pueda fluir creativamente por aquellos lugares donde quiera ir.
La vida ligera y superficial no permite la creación, no ayuda a encontrarse con las ideas, tal vez locas o descabelladas, pero valientes, que son las que surgen cuando se está en una profunda soledad.
Un viaje al interior mientras nos movemos en una profunda soledad, mientras uno está echado con los ojos cerrados sin música, sin televisión ni radio, crea ya una fantasmagoría de tal nivel de libertad, que en ese silencio se podrán encontrar soluciones de todo aquello que nos puede estar torturando durante mucho tiempo sin que podamos hallar una salida. Pónganse a pensar por un momento: ¿Qué siente un analizado cuando, en la soledad del diván, su psicoanalista se tiene que sostener el mayor tiempo posible en su silente mundo interno? Aquellos que han pasado por esta experiencia comprenden que están surgiendo cambios y respuestas sin que nadie les diga nada. Uno solo está creando su nuevo mundo, uno solo está empezando a caminar sin que nadie lo detenga. La soledad profunda, cuando no es patológica (cuando no es producto de una enfermedad mental), es creadora de arte, es motivadora de cambios y es impulsora de transgresiones que no se realizan, pero que permiten fantasearlas, produciéndose en este ensueño de libertad nuevas leyes, nuevos límites y una nueva ética que te ha de permitir andar con menos miedo y mejor en la vida.
Invitamos a los lectores a atreverse a sostenerse solos, en silencio, sin interrupciones, por quince minutos. Si lo hacen, lo primero que sentirán es que su cabeza estalla en un avatar imparable de ideas. Luego, un momento de angustia y el deseo de levantarse y prender la tele. Si lo superas, seguirá otro instante en el cual empezará a brotar la creación.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
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