EE.UU:
Chau a Consejo de Derechos Humanos
por Guillermo Giacosa (*)
Imagino los titulares furibundos que hubiese publicado la prensa si alguno de los países del 'eje del mal' decidiera retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, como acaba de hacerlo el EE.UU. de Bush.
Este retiro tendrá diferentes lecturas. Como es habitual en la conducta gringa, acusarán a los otros de incomprensión, incompetencia, deslealtad, atentar contra la seguridad nacional de su país o alguna otra fantasía de esas que germinan con frecuencia en el imaginario de sus gobernantes.
Para otros, entre los que me inclu-yo, retirarse de uno de los estamentos menos contaminados de la ONU ex-presa la profunda crisis de valores en la que está sumida la superpotencia.
Es verdad que ese Consejo de De-rechos Humanos no hace nada bien. Adopta, por ejemplo, el protocolo pa-ra la protección de las garantías socio económicas, insta a los Estados a revisar sus posturas frente a la crisis alimentaria, discute sobre los derechos humanos de los palestinos en los territorios ocupados, condena la tortura y las cárceles ilegales y, en el colmo de su insensatez, hace suya aquellas palabras fundadoras del espíritu de la ONU que dicen "reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas". ¿Qué es eso de presumir igualdades entre naciones grandes y pequeñas? Cómo podría un gobierno que ha fundado su razón de ser en la "guerra infinita contra el terrorismo" aceptar tales premisas. Sobre todo si sabemos que el mundo es cada vez más conciente de que esa "guerra infinita" no es contra el terrorismo sino contra todos aquellos que no quieran alinearse en beneficio de los intereses económicos que favorecen al mundo desarrollado encabezado por el gobierno que, después de vetar todas las resoluciones que podrían mejorar la situación en el Medio Oriente y de no firmar ninguno de los tratados que dignificarían la condición humana (no permitir el trabajo infantil, entre otros), abandona, como colofón a tanta inhumanidad y torpeza, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
La razón de este retiro estaba anunciada desde que al ingresar sólo como observador de dicho consejo disminuía su capacidad de manipulación y de respuesta frente al aluvión de críticas que le han llovido por temas que son del dominio público, como el tratamiento cruel a los prisioneros en Guantánamo, etc.
Sin embargo, lo que más los golpeó fue la votación aplastante (184 contra 4) a favor del levantamiento del bloqueo a Cuba en la Asamblea General de la ONU. Este hecho provocó la reacción "de la congresista cubano-americana Ileana Ros Lehtinen, quien impulsó una resolución ante la Cámara de Representantes para suspender indefinidamente los fondos que EE.UU. está obligado a dar al Consejo". Al retirarse y anular sus compromisos económicos pone de relieve, una vez más, su total intolerancia a la crítica y el carácter funcional a sus intereses que asigna a cualquier organismo del que forma parte.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
--------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario